Monday, September 26, 2011

Los "terribles dos años"




Los "terribles dos años" es definido como una etapa en el desarrollo de los niños que es particularmente difícil para los padres, debido a constantes pataletas, cambios de ánimo, lloriqueos y declaración de independencia.... (¿Aunque en realidad, podrían estar describiendo a un adolescente, o no?)

Lo que nadie le dice a uno es que los "terribles dos años" no empiezan necesariamente cuando cumplen dos, sino alrededor del año y medio, y pueden durar hasta los cuatro años e incluso más.

Lorenzo definitivamente está en esta edad y, como cualquier madre, he tenido mis momentos de duda, frustración, llanto y validación. No me tomen a mal, mi hijo es lo más lindo del mundo, y la mayoría del tiempo es un niño dulce y amoroso, pero, claro, tiene sus ratos en que se "transforma".

Es tan fácil hablar cuando no se tienen hijos sobre cómo criarlos, qué hacer, qué no hacer y hasta juzgar otros padres...o yo al menos alguna vez lo hice, al ver como en un supermercado una madre veía con horror como su hijo se retorcía, como poseído, mientras gritaba y pataleaba porque la mamá no le compraba el muñequito de moda. En  ese momento pensé: "va la madre... a mí un hijo no me hace esta pataleta ni por el p...”.  Qué va, ahora que soy madre, me doy cuenta que Lorenzo no solo me las hace, sino que probablemente me las hace más frecuentemente y con mayor intensidad de la que hizo esa vez ese niño en el supermercado.

Lo que nunca me puse a pensar es que, en ese caso específico, la mamá estaba educando a su hijo y tomó el camino más difícil, que era decirle al niño "NO, no te compro ese juguete, tienes muchos en casa".
Yo apuesto que para ninguna mamá es agradable que su hijo haga pataletas; pero luego de internalizar, llegué a la conclusión de que en público me molesta más, no porque la pataleta sea peor que en privado, sino que en público se pone en tela de juicio mi habilidad para ser mamá, mi habilidad de "controlar" a mi hijo. Es difícil encontrar un balance, porque yo no creo que se deba hablar en términos de controlar, pero tampoco creo que sea bueno que los hijos crezcan haciendo lo que se les pegue la gana... para rematar, es tan fácil empezar a dudar de uno mismo como padre, porque prácticamente, si uno recurre dizque a los especialistas que han escrito libros sobre cómo ser padres, uno se encuentra que dentro de un espectro razonable de cosas, hay especialistas que defienden vehementemente posiciones completamente opuestas; por ejemplo, cuando Lorenzo era más chiquito, me leí un libro sobre el sueño que defendía el método Ferber, conocido como el método de dejarlos llorar; por otro lado, me leí un libro de otro especialista que decía que si uno dejaba llorar al niño, le iba a hacer daño emocionalmente, porque se le enseñaba que por más que llorara, sus padres no irían a socorrerlo... y, básicamente, así van las cosas con casi todo... en disciplina se encuentran libros de tendencias totalmente autoritarias, mientras otros defienden el libre desarrollo de la personalidad.

Yo he optado por leer menos y usar más mis sentidos... pero no sólo los cinco sentidos, sino unos más complejos y profundos, como el sentido común, el sentido maternal y el sexto sentido. Así, cuando leo libros y artículos de crianza, tomo lo que creo me sirve a mí y a Lorenzo y desecho lo otro. Al final del día, nadie conoce mejor a su hijo que una madre.

Definitivamente esto de ser padres es hermoso pero difícil, así que si alguno de ustedes encuentra el manual de instrucciones de Lorenzo, les pido me lo manden lo antes posible; mientras, trataré de seguir buscando un balance.



Friday, September 9, 2011

De hermanos e hijos "preferidos"

Esta semana no ha pasado nada realmente importante en términos de la adopción. Seguimos esperando el resultado del FBI que compruebe que no somos criminales, y tenemos una cita en inmigración para tomar más huellas la próxima semana.
Por otro lado, con Gabriel, hemos estado pensando en la reacción de Lorenzo ante su hermana...Gabriel fue el último hijo, entonces para él fue diferente; yo, al ser la mayor, sí me acuerdo cuando nació mi hermano, la verdad me encanta tenerlo y lo adoro, quisiera que fuéramos aún más amigos y que cada vez encontráramos que esos 3 años que nos separaban cuando éramos niños, hoy a nuestra edad son insignificantes.
Pero debo confesar que su llegada tampoco fue fácil, me quitaron el reinado y la atención; el bebé es más tierno que la niñita de tres años que empezaba a mostrar su carácter y que hacía pataletas...
Lorenzo, con seguridad, sentirá algo de eso, porque es imposible que no lo sienta cuando ha sido nuestro "todo" por tanto  tiempo...pero ojalá Dios nos de mucha claridad para no cometer errores inocentes que lleven a que se tengan celos o recentimientos.
La discusión de si los papás tienen preferidos siempre ha existido, la política de mi mamá fue decir que cómo se me ocurría...que ella nos quería igual..y a lo mejor mucha gente entienda "preferido" como al que se quiere más; yo no lo siento así. Como mamá, no me imagino uno queriendo más a un hijo que a otro...
Para mi mamá el preferido ha sido siempre Juan, no porque lo quiera más, sino porque tal vez desde siempre lo vió más callado, más reservado, su carácter es menos fuerte que el mío, es menos explosivo, más observador y ciertamente con menos opiniones que yo, entonces tal vez eso lo hacía más distante a ella, más enigmático, y puesto en términos de mamá : más difícil saber qué piensa, en qué anda y con quién andaba.  Con mi hermano es difícil saber qué piensa inclusive ahora; es de esas personas sumamente inteligente que si se ve en una discusión donde la gente opina diametralmente opuesto a él, simplemente se hace el bobo, se ríe y se queda callado. Yo, en cambio, al final más viceral, no me aguanto y expongo mis opiniones...por eso tal vez siempre fui la grosera, la contestona.
A Lorenzo le hablamos de su hermana constantemente, y ahí lo vamos preparando..creemos que tal vez si yo estuviera con ella en la barriga sería más fácil para Lorenzo entender..pero igual ya sabe que será hermano mayor.
Ojalá mis hijos sean muy hermanos y amigos entre ellos, y ojalá mis hijos al final de los días vean que Gabriel y yo los amamos igual.